ESCALA A LA CUEVA DE LA MORA (Manzanares el Real)

Antonio y Angel a la entrada de la cueva de la Mora
 22 de Enero del 2012.  Se presenta un día frio en la mañana del domingo 22 de Enero. Hemos quedado en casa de Angel a las 9:00 de la mañana para ir a escalar el paredon de 30 metros que nos separa  de la entrada a la cueva y así poder hacer la topografía y sacar algunas fotos. Desde la casa de Angel, David, su primo y yo nos disponemos a ir a Madrid a recoger a Natalia y desde hay seguir la ruta y recoger a Farma, Sevi y un amigo del Farma.
   La excursión se presenta un poco complicada. Estando de camino nos llama Yesi y nos comenta que llegará más tarde que se ha quedado tirada con el coche y no sabe muy bien lo que pasa. Nosotros decidimos irnos hacia canto cochino y esperar. Antes nos paramos en Manzanares y adquirimos las viandas, (pan, jamon, queso, vino, etc....). Farma y Alvaro que ya estaba esperando en Manzanares deciden irse a buscar a Yesi, el resto nos dirigimos hacia el refugio Guiner y esperar allí. Después de esperar una hora, decidimos irnos a ver la escalada y los demás ya irán a buscarnos. En el camino de acceso, David se cae y se jode el tobillo, su primo le ayuda a bajar a Canto Cochino, y nosotros continuamos a intentar escalar lo más rapido posible e ir a buscarle más tarde.
   Empezamos a mirar vias y nos decidimos por la clásica (5a+). Abre la vía Angel y le seguimos los demás. Coloca un fisurero, asegura, sube y sigue subiendo, le sigue Sevi y detrás yo. Montamos un pasamanos largo para el acceso a la cavidad y nos aseguramos con el temor de resbalar y caer más de 30 metros, menos mal que está la cuerda.
Un buen punto para asegurar la cuerda.
Angel asegurando la escalada

LEYENDA DE LA CUEVA DE LA MORA
   La Cueva de la Mora (de difícil acceso) se halla cerca del refugio Giner, concretamente enfrente de su fachada principal y al este de la Peña Sirio.
   Yamila, se levanta de la mesa sin pedir permiso, saliendo de la estancia con ojos cristalinos por la negativa de su padre al escuchar sus planes de boda con el cristiano Samuel, mientras por sus oscuras mejillas dejan correr brillantes líneas hasta su barbilla, perdiéndose en el aire, hasta dar con su negro y largo cabello.
   Ya en la calle, y solo calzada con unas sandalias que no la permiten más que ir acelerada por los resbaladizos adoquines, oye su nombre en la oscuridad de uno de los callejones recién cruzados.
   ¡Yamila, Yamila! soy yo Samuel!
   Sin mediar palabra, se ven fundidos en beso interminable hasta que ella le separa.-. Huyamos, ahora, corramos a la pedriza en tu caballo y vivamos juntos en ese maravilloso paraje - Ruega Yamila con entusiasmo mientras le agarra de las manos y tira de él.
   -Pero como? y tu padre? nos perseguirá hasta dar con nosotros! - Asegura Samuel ante tal propuesta-.
   Tranquilo Samuel, - Responde ella acariciándole su tez blanquecina - soy conocedora de un lugar donde nadie podrá encontrarnos y estaremos guarecidos hasta que la cosa se calme. Luego, pensaremos como viajar a tierras donde no nos juzguen por nuestra religión, viviendo de lo que nos ofrezca la tierra. Sin más equipaje que lo puesto, montan en el caballo de Samuel, un corcel de largas crines, negro como la noche que les cubría y protegía en su huida.
   Tras trotar durante horas, llegan a un paso imposible de superar por el fuerte y ahora cansado equino, así que Samuel, muy a su pesar, deja atado entre las jaras a un pino, con cuerda larga para que pueda alcanzar el agua del río. Con una caricia en el hocico se despiden de él y suben agarrados de la mano en dirección a la empinada pared donde Yamila conoce guarida.
   - Es aquí Samuel, es ahí arriba - Dice señalando el cielo
   - No entiendo - Contesta Samuel frunciendo el ceño-.
   Sígueme, es sencillo, subo a menudo aquí - Le confía sonriendo mientras se quita las sandalias, las ata entre sí y se las cuelga al cuello. Sorprendido, Samuel observa como Yamila trepa por la pared con agraciada sutileza, hasta que se para a mitad de esta y le mira apartándose el pelo con una mano, mientras se agarra con la otra.¡Vamos Samuel, es sencillo, ya lo verás!Dubitativo, comienza a ascender la pared mientras observa que, a pesar de parecer complicado, los agarres de mano y apoyos de pies, son generosos y dejan subir con facilidad.
   Poco después, llegan a un amplio balcón con una veta de cuarzo que lleva a la guarida de la que Yamila habla.En ella hay creciendo, a la entrada, un pequeño árbol (Un Tejo) que parece que Yamila cuida con cariño, por las piedras que hay protegiendo su vera.Samuel queda perplejo al comprobar que Yamila tiene gran surtido de cosas en el interior de la amplia cueva y que al parecer llevaba preparando desde hace tiempo.
   Allí pasan una semana entera, disfrutando de su soledad y amor, acompañados tan solo de impresionantes amaneceres azules y rojos de atardecer, hasta que comprueban que les falta ya alimento y deben salir a por el.Samuel es quien baja, precavido en sus movimientos, buscando luego algún rastro de animal para encontrar su guarida y así darle pronta caza.Un jabalí es el desafortunado en caer en su búsqueda. Pero antes de volver, se acerca a comprobar el estado de corcel...tristemente se encuentra raída la cuerda que le sujetaba, por lo que posiblemente volviera al establo de su casa.
   Primero la tristeza le envuelve, pero enseguida se da cuenta que es lo mejor para él.Ya en la cueva de nuevo, tras subir la pieza a su espalda, deciden hacer fuego para cocinar el cerdo y así hacerle durar más tiempo.Craso error el que cometen, ya que el humo generado, alerta a los soldados del padre de Yamila que no andan lejos del lugar y que pone en camino hacia el hogar de los amantes.Yamila y Samuel, absortos en su cocina, no se percatan del ataque y estos son avisados demasiado tarde por las espadas Jinetas al rozar contra el granito, mientras los soldados trepan los metros que hay hasta la cueva.
   Samuel, sin saber muy bien que hacer, decide atacar al primero que aparece frente a ellos, con recta espada Mandoble.Mientras las hojas chocan, Yamila queda asutada e inmóvil, sin saber que hacer.
   ¡Yamila, huye, escapa de la cueva...la cueva es una trampa si consiguen subir todos!
   Descalza y con escaso atuendo encima. Poco más que un camisón blanquecino, Yamila intenta subir por la empinada pared de la izquierda, desesperada por poder huir de sus perseguidores...de repente comprueba que donde ya esta, no hay agarre ni apoyo alguno y que se encuentra en lugar imposible ya de retroceder, de nuevo entonces sus lágrimas inundan sus ojos y pueblan seguidas sus mejillas.
   ¡Samuel, que hago, no puedo subir ni bajar!
   Este, desquita la mirada para observar un segundo su situación y es cuando su atacante aprovecha para estocarle el cuello, seccionado su cabeza y tronco.
   ¡Samueeeeel!
   El grito de Yamila desgarra la noche pedricera, cruzando de lado a lado el ancho valle, mientras sus pies dejan de adherirse a la roca y se arrastra dejando algún jirón del camisón en la roca, justo antes de rodar hasta abajo y perderse en la oscuridad de las sombras, terminado en seco golpe.Los soldados quedan asustados, sabedores de que si contaban lo ocurrido, seguramente correrían la misma suerte que Samuel, que ahora yacía en dos pedazos inertes a sus pies, así deciden bajar a casa del padre de Yamila con la historia en sus temerosas bocas, de que esta fue tirada por Samuel al verse acorralado por ellos y que entonces dieronle muerte por haber empujado a Yamila al vacío.
   Desde entonces, todo aquel que duerme en la cueva o en su proximidades, puede oír los gritos y lamentos de Yamila hacia su amado Samuel.

Asistentes a la excursión: Antonio y David del GEGET, Alvaro del Geológicas, Angel, Yessi, Natalia y Sevi del Colectivo Piezo, Farma del GAEM. El amigo de Farma y el primo de David.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario